Todos Santos y Xandu’, tradiciones que viven gracias a las mujeres
Viajé toda la noche para despertar en donde más corre el viento, después de 12 horas de trayecto, llegué al Istmo de Tehuantepec en Oaxaca y la primera escala fue Juchitán de Zaragoza. Unos días antes, llamé a Isabel, ella es médica tradicional en esa comunidad y una gran amiga desde hace muchos años. En este viaje ella y Mariano, su compañero, fueron mis guías. Nos encontramos cerca del mediodía en el mercado del centro, entre muchas mujeres con huipiles preguntando en zapoteco el precio de las flores, de los dulces y los panes de rosca para sus altares.
–Hoy va a llover y entonces mañana va a hacer mucho viento, es el viento el que trae a los muertos -me dijo Na Isabel, como le dicen con respeto y cariño en el pueblo, mientras caminábamos por el centro de Juchitán.
Más tarde, después de refrescarnos un poco del calor, me dijeron que una vecina tenía muerto reciente y que era muy amiga de ella y podríamos visitarla. Entonces me explicaron que en Juchitán se hace Xandu’ los días 30 y 31 de octubre cuando han pasado al menos seis meses de que falleció la persona y que la celebración más importante y los altares más grandes se hacen el primer y el segundo año.
En todas las casas que visité, las señoras me contaron que las tradiciones han cambiado mucho en los últimos años y que algunas familias colocan altares modernos con siete o nueve niveles para colocar los alimentos y otras siguen colocando altares tradicionales que en zapoteco se llama Biyé’.

Mujeres originarias de San Blas Atempa venden flores para los altares de Xandu’ en el mercado de Juchitán.
Foto: Greta Rico
La primera visita la hice en casa de Maribel Orozco. La encontré acomodando panes en una caja y hablando en zapoteco con su cuñado que le estaba ayudando a colocar unas tablas para el altar de su casa. De repente me miró, y con una expresión de mucho cansancio, me dijo:
–Ya quiero que sea sábado para que se termine todo esto.
–¿Desde cuándo empezaste a trabajar en esto? -le pregunté.
–Hace rato que llegaron las señoras -me contestó.
–No, pero lo que quiero saber es cuántos días le has dedicado a comprar cosas y planear todo lo que estás preparando.
–Ah, desde el 22 que empezamos los rezos.
–Pero para ese día ya tenías cosas para recibir a la gente, ¿no?
–Sí, en realidad empecé desde el 20 y esto no se va a terminar hasta el domingo. Luego de eso nos esperamos otros días para seguir recibiendo gente y repartir la fruta, y se convierten en dos semanas de mucho trabajo.
Mientras Maribel y yo platicamos sobre su esposo, su hermana y su sobrina a quienes les coloca su Xandu’ este año, varias señoras se encuentran en el patio de su casa deshebrando pollo, moviendo el mole, poniendo el nixtamal para que se cueza el maíz y pelando huevos duros para el relleno de los tamales.

En Juchitán, las mujeres se reúnen desde temprano para ir al molino a moler el maíz nixtamalizado y preparar tamales de mole, para los altares y para ofrecer a las personas que acompañen a las familias que están recibiendo a sus muertos.
Foto: Greta Rico
El trabajo invisible: economía de los cuidados en Día de Muertos
Con este viaje al Istmo reafirmo una de las teorías que tengo desde hace muchos años: el trabajo doméstico y de cuidados que realizan las mujeres en sus comunidades sostiene las fiestas y la cultura del Día de Muertos, una de las tradiciones más importantes en todo México.
Al menos en Juchitán, los hombres se involucran de manera muy puntual y llegan a brindar tequio, es decir, ayudar entre personas vecinas, entre familia y con las amistades. Los hombres se encargan de colocar los arcos con platanales y maderas. El arco en la cultura zapoteca simboliza la entrada al templo, al cielo.
–Vinieron los hombres mayores para ayudarnos a colocar el Biyé’, porque solo ellos son los que saben bien cómo –me dijo la señora María Santiago, cuando me dio permiso para entrar en su casa y hacerle fotos al altar para su esposo quien murió hace unos meses.

La señora María Santiago celebra el primer Xandu’ de su esposo Héctor Gutiérrez en la séptima sección de Juchitán.
Foto: Greta Rico
Según la Encuesta Nacional del Uso del tiempo libre, en México, las mujeres dedican 20 horas semanales más al trabajo doméstico y de cuidados, pero algo que siempre me deja pensando es que cuando se acercan festividades tan importantes y tan grandes como el Día de Muertos, esas estadísticas resultan obsoletas.
En todas las comunidades que visité la dedicación a las compras, la administración y la gestión de los altares de muertos en el Istmo iba desde los 7 a los 10 días previos, y en algunas zonas se mantiene el altar hasta el 3 o 4 de noviembre, lo que significa un total de hasta dos semanas dedicadas a estas festividades.
Leer nota completa: https://www.ladobe.com.mx/2025/11/todos-santos-y-xandu-tradiciones-que-viven-gracias-a-las-mujeres/
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